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El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por la incapacidad de hablar o comunicarse en determinados entornos sociales, como la escuela, el trabajo o la comunidad. La afección suele diagnosticarse por primera vez en la infancia.
Se estima que menos del 1% de los niños padecen mutismo selectivo. Los primeros casos descritos datan de 1877, cuando el médico alemán Adolph Kussmaul etiquetó a los niños que no hablaban como si tuvieran “afasia voluntaria”.
El mutismo selectivo puede tener diversas consecuencias, sobre todo si no se trata. Puede provocar problemas académicos, baja autoestima, aislamiento social y ansiedad social.
Índice
Síntomas del mutismo selectivo
Si cree que su hijo puede estar sufriendo mutismo selectivo, busque los siguientes síntomas:
- Expresión de un deseo de hablar que se ve frenado por la ansiedad, el miedo o la vergüenza.
- Inquietud, evitación del contacto visual, falta de movimiento o falta de expresión en situaciones de miedo.
- Incapacidad para hablar en la escuela y otras situaciones sociales específicas.
- Uso de comunicación no verbal para expresar necesidades (por ejemplo, asentir con la cabeza, señalar)
- Timidez, miedo a las personas y renuencia a hablar entre los 2 y 4 años de edad.
- Hablar con facilidad en determinadas situaciones (por ejemplo, en casa o con personas conocidas), pero no en otras (por ejemplo, en la escuela o con personas desconocidas).
Si bien estos comportamientos son de autoprotección, otros niños y adultos a menudo pueden percibirlos como deliberados y desafiantes.
Diagnóstico del mutismo selectivo
Aunque se cree que el mutismo selectivo tiene sus raíces en la ansiedad, no se clasificó como un trastorno de ansiedad hasta la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), publicado en 2013.
El término “selectivo” se adoptó en 1994, antes de lo cual el trastorno se conocía como “mutismo electivo”. El cambio se realizó para enfatizar que los niños con mutismo selectivo no eligen permanecer en silencio, sino que tienen demasiado miedo de hablar.
Mutismo selectivo en niños
El criterio principal para el diagnóstico de mutismo selectivo es la incapacidad constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que se espera que el niño hable (por ejemplo, en la escuela), a pesar de hablar en otras situaciones.
Además de este síntoma primario, los niños también deben presentar lo siguiente:
- Los síntomas del mutismo selectivo deben haber estado presentes durante al menos un mes, y no simplemente el primer mes de escuela.
- Su hijo debe comprender el lenguaje hablado y tener la capacidad de hablar normalmente en algunas situaciones (generalmente en casa y con personas conocidas).
- Por último, la falta de habla debe interferir con el funcionamiento educativo o social de su hijo.
Los niños que dejan de hablar temporalmente después de inmigrar a un país extranjero o experimentar un evento traumático no serían diagnosticados con mutismo selectivo.
Mutismo selectivo en adultos
En algunos casos, el mutismo selectivo persiste desde la niñez hasta la adolescencia e incluso hasta la edad adulta.
Para que se diagnostique mutismo selectivo en la edad adulta suelen estar presentes los siguientes criterios:
- Los síntomas del mutismo selectivo deben haber estado presentes durante al menos un mes.
- Los síntomas deben interferir con el funcionamiento en el trabajo o en entornos sociales.
Los adultos con mutismo selectivo suelen mostrar conductas similares a las relacionadas con el trastorno de ansiedad social, como el miedo a los espacios públicos (es decir, los restaurantes) y/o hablar con personas desconocidas. El mutismo selectivo (y la ansiedad social) pueden hacer que una persona evite las situaciones sociales o se retraiga por completo, lo que lleva al aislamiento social.
Es probable que un profesional de la salud haga preguntas relacionadas con estos u otros comportamientos al considerar el mutismo selectivo como diagnóstico.
Causas del mutismo selectivo
Debido a que la afección tiende a ser bastante rara, los factores de riesgo que la provocan no se comprenden por completo. En el pasado se creía que el mutismo selectivo era el resultado de abuso, trauma o trastornos infantiles.
Las investigaciones actuales sugieren que el trastorno está relacionado con una ansiedad social extrema y que es probable que exista predisposición genética. Como todos los trastornos mentales, es poco probable que exista una única causa.
Niños que desarrollan la enfermedad:
- Tienden a ser muy tímidos
- Puede tener un trastorno de ansiedad.
- Miedo a avergonzarse delante de los demás
- Problemas con la autorregulación
Otras posibles causas son el temperamento y el entorno. Los niños con conductas inhibidas o con dificultades del lenguaje pueden ser más propensos a desarrollar la enfermedad. Los padres que sufren ansiedad social y modelan conductas inhibidas también pueden tener un papel.
El mutismo selectivo también suele coexistir con otros trastornos, entre ellos:
- Ansiedad
- Trastorno del espectro autista (TEA)
- Depresión
- Retrasos en el desarrollo
- Problemas de lenguaje
- Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
- Trastorno de pánico
Complicaciones del mutismo selectivo
Lamentablemente, el mutismo selectivo puede empeorar la ansiedad. Por ejemplo, un niño con mutismo selectivo puede tener miedo de ir a la escuela, donde su condición hace que sea difícil que lo acepten sus compañeros.
El mutismo selectivo puede provocar problemas de comunicación. Un adulto con mutismo selectivo puede ser percibido como crítico o pasivo-agresivo si las personas que lo rodean no comprenden su condición, lo que supone una dificultad adicional que puede hacer que afrontar la enfermedad sea aún más difícil.
Una persona con mutismo selectivo puede retirarse de la escuela, el trabajo o las actividades cotidianas y aislarse socialmente, lo que puede derivar en baja autoestima e incluso depresión.
Si usted o alguien que conoce experimenta síntomas de depresión, es importante buscar ayuda. Puede resultar beneficioso contarle sus problemas a sus seres queridos de confianza; además, un profesional de la salud mental puede ayudarlo a superar las frustraciones que está experimentando.
Tratamiento del mutismo selectivo
El mutismo selectivo es más receptivo al tratamiento cuando se detecta a tiempo. Si su hijo ha estado en silencio en la escuela durante dos meses o más, es importante que el tratamiento comience de inmediato.
Cuando el mutismo selectivo no se detecta a tiempo, existe el riesgo de que el niño se acostumbre a no hablar y, como resultado, el silencio se convertirá en una forma de vida y será más difícil de cambiar.
El tratamiento para el mutismo selectivo puede incluir terapia, medicación o una combinación de ambos.
Terapia
Un tratamiento común para el mutismo selectivo es el uso de programas de manejo de la conducta. Estos programas a menudo basan el tratamiento en la terapia cognitivo conductual (TCC).
En un estudio que examinó a niños con mutismo selectivo que recibieron TCC durante cinco años, los investigadores descubrieron que la mayoría podía hablar fuera del hogar y los síntomas de los trastornos de ansiedad comórbidos disminuyeron.
Las técnicas utilizadas en la terapia cognitiva conductual para personas con mutismo selectivo pueden incluir:
- Desensibilización : es el proceso mediante el cual, con el tiempo, una persona puede superar la sensibilidad a los desencadenantes de ansiedad al experimentarlos directamente. Es un proceso lento y gradual.
- Terapia de exposición : durante la terapia de exposición, un psicólogo crea un espacio seguro en el que un individuo se expone al objeto de su miedo (en el caso del mutismo selectivo, esto puede ser hablar frente a un extraño o directamente con él).
- Refuerzo : un terapeuta puede enseñarle a una persona con mutismo selectivo cómo usar el refuerzo positivo para aliviar la ansiedad. Por ejemplo, juntos pueden pensar en frases positivas para afrontar la situación que puedan usar en lugar de un discurso interno negativo cuando se encuentren en situaciones que desencadenen el mutismo selectivo.
- Modelado : El modelado es un proceso mediante el cual se recompensa el comportamiento deseado con un refuerzo positivo (sin embargo, el comportamiento no deseado no se refuerza negativamente). Por ejemplo, cuando un niño con mutismo selectivo intenta hablar con un maestro o con otro niño, un cuidador puede recompensarlo con más tiempo frente al televisor o acostándolo más tarde.
Medicamento
También puede ser adecuada la medicación, sobre todo en casos graves o crónicos, o cuando otros métodos no han producido mejoría. La decisión de utilizar o no medicación debe tomarse en consulta con un médico con experiencia en la prescripción de medicamentos contra la ansiedad en niños.
Cómo afrontar el mutismo selectivo
Además de buscar el tratamiento profesional adecuado, hay cosas que puede hacer para ayudar a su hijo a controlar su afección.
- Informe a los maestros y a otras personas que trabajan con su hijo. A veces, los maestros pueden frustrarse o enojarse con los niños que no hablan. Usted puede ayudar asegurándose de que el maestro de su hijo sepa que el comportamiento no es intencional. Juntos deben alentar a su hijo y ofrecerle elogios y recompensas por los comportamientos positivos.
- Elija actividades que se adapten a sus habilidades actuales. No fuerce a su hijo a participar en situaciones sociales o actividades que exijan comunicación oral. En lugar de eso, elija actividades que no impliquen el habla, como leer, hacer arte o armar rompecabezas.
- Recompensar los avances pero evitar los castigos. Si bien recompensar los pasos positivos hacia el habla es algo positivo, castigar el silencio no lo es. Si su hijo tiene miedo de hablar, no superará este miedo mediante la presión o el castigo.
- No presione a su hijo. La aceptación de los padres y la participación de la familia son importantes en el tratamiento, pero debe evitar tratar de obligar a su hijo a hablar. Presionarlo solo aumentará sus niveles de ansiedad y hará que hablar sea aún más difícil. Concéntrese en mostrarle apoyo y aceptación.
En general, el mutismo selectivo tiene un buen pronóstico. A menos que exista otro problema que contribuya a la afección, los niños suelen funcionar bien en otras áreas y no necesitan ser incluidos en clases de educación especial.
Aunque es posible que este trastorno continúe hasta la edad adulta, es raro y más probable que se desarrolle un trastorno de ansiedad social .