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La terafobia, el miedo a los monstruos, es común en niños en edad preescolar. Generalmente disminuye durante los primeros años de la escuela primaria y es muy poco común cuando el niño llega a la escuela secundaria. En adolescentes y adultos, el miedo a los monstruos es una fobia poco común pero potencialmente limitante para la vida .
Los miedos son una parte normal y saludable del desarrollo infantil. Ayudan a los niños a aprender a comprender el mundo que los rodea y a desarrollar habilidades de afrontamiento que les durarán toda la vida. Por este motivo, las fobias no suelen diagnosticarse en niños menores de 18 años, a menos que duren más de seis meses y provoquen angustia o deterioro clínicamente significativos.
No hay nada de malo en que tu hijo tenga miedo a los monstruos.
Índice
Desencadenantes
En los niños, el miedo a los monstruos suele adoptar una forma inespecífica. En lugar de tener miedo a Frankenstein, Drácula o Godzilla, el niño tiene miedo de que “un monstruo” viva debajo de su cama o en su armario. No obstante, pedirle al niño que haga un dibujo del monstruo puede proporcionar pistas sobre un desencadenante ambiental. Algunos dibujos podrían parecerse a un personaje de dibujos animados de la televisión, a un secuestrador que apareció en las noticias de la noche o incluso a un vecino al que los niños del vecindario llaman “espeluznante”.
En estos casos, limitar la exposición del niño puede ayudar a disminuir el miedo.
Tratamiento en niños
Hay varias cosas que los padres pueden hacer para ayudar a disminuir el miedo de sus hijos a los monstruos. Algunas ideas incluyen:
- “Repelente de monstruos “: algunos padres usan un “spray para monstruos” para ayudar a sus hijos a combatir este miedo. Considere usar una botella rociadora (vacía, parcialmente llena con agua coloreada o un espray de aromaterapia) en un ritual nocturno. Rocíe el armario, debajo de la cama y cualquier otro lugar donde su hijo crea que el monstruo podría estar escondido. Asegúrese de no usar nada que pueda ser dañino para el niño o dañar las telas o la pintura.
- Rutinas reconfortantes : fomente rutinas relajantes a la hora de dormir para calmar los nervios del niño. Un baño tibio, un vaso de agua y un cuento antes de dormir promueven la relajación y un ambiente de sueño reconfortante. Si el niño tiene miedo a la oscuridad, considere proporcionarle una luz de noche. Dormir con una mascota de la familia también puede brindarle una sensación de protección.
- Recompensa el comportamiento “valiente” : algunos niños se desarrollan gracias a la atención que reciben sus miedos, así que vuelve a centrar tu atención. Haz una breve “revisión de monstruos” (y un ritual de rociado, si lo deseas) y luego abandona la habitación. Utiliza pegatinas u otros marcadores para registrar las noches en las que el niño se queda en la cama toda la noche sin llamarte a su habitación. Cuando hayas reunido una semana de pegatinas, permite que el niño las cambie por su golosina favorita, como un viaje al parque o una tanda de galletas.
- Respeto y tranquilidad : nunca se ría del miedo del niño, no utilice el miedo como amenaza para disuadirlo de comportarse mal ni lo menosprecie por tener miedo. Muestre respeto y sensibilidad hacia sus sentimientos mientras le asegura que todo estará bien.
Adolescentes y adultos
En los niños mayores y en los adultos, el miedo a los monstruos suele adoptar una forma más específica. Las películas de terror suelen ser responsables de muchos miedos pasajeros, especialmente si se ven justo antes de acostarse. Estos miedos suelen persistir solo unas pocas noches y suelen aliviarse durmiendo con una luz encendida y buscando distracciones suaves, como ver programas de televisión ligeros y cómicos. Si el miedo dura más de unas pocas noches, puede ser un signo temprano de una verdadera fobia.
Una fobia a los monstruos más persistente puede tener su origen en temores religiosos o culturales. El miedo puede ser generalizado o puede ser a un tipo específico de criatura, como vampiros, zombis o fantasmas . El miedo a la brujería a veces está relacionado con el miedo a los monstruos. Estas fobias suelen basarse en una mezcla de supersticiones, leyendas urbanas y enseñanzas religiosas.
Para muchas personas, el conocimiento es poder. Estudiar los mitos antiguos y modernos sobre los monstruos temidos, en particular la ciencia que sustenta las leyendas, suele ser suficiente para frenar los miedos más leves. En el caso de fobias más intensas, puede ser necesaria la asistencia profesional.
Una fobia a los monstruos no tratada puede empeorar con el tiempo. El aislamiento social es una posibilidad, en particular en el caso de los adolescentes, amigos pueden considerar el miedo como algo infantil o ridículo.
Muchos adolescentes se divierten con los viajes de leyendas, en los que salen en grupo a enfrentarse a leyendas urbanas cercanas, y los maratones de películas de terror son un elemento básico de la vida nocturna de los adolescentes. Los niños que tienen miedo de participar corren el riesgo de ser objeto de burlas y de rechazo.
Tratamiento para adultos y adolescentes
Afortunadamente, como todas las fobias, la fobia a los monstruos responde bien a una variedad de tratamientos. Debido a que a menudo se basan en otros miedos, es importante decidir cuáles son los objetivos principales de la terapia .
- ¿Crees que un monstruo te puede hacer daño?
- ¿Estás preocupado por las entidades malignas?
- ¿Simplemente quieres poder disfrutar de películas de terror y eventos de Halloween con tus amigos?
- ¿Le preocupa que su hijo pueda contagiar sus miedos?
Las respuestas a estas y otras preguntas le ayudarán a orientar su elección de tratamiento. Por ejemplo, si su miedo a los monstruos tiene sus raíces en sus creencias religiosas o espirituales, su terapeuta podría sugerirle que reciba asesoramiento espiritual con su líder religioso en lugar de, o además de, las técnicas terapéuticas tradicionales.
Las técnicas tradicionales pueden incluir la terapia cognitivo conductual o la terapia de exposición , en la que se le expone al objeto de su miedo, pero en un entorno seguro, para ayudarle a entender que no le hará daño. En algunos casos, se pueden utilizar medicamentos para ayudar a tratar los síntomas (como la ansiedad) que puede sentir como resultado de una fobia. Un profesional de la salud mental puede ayudarle a analizar estas opciones.