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ADHD Symptom Spotlight es una serie que profundiza en un síntoma característico o pasado por alto del TDAH cada semana. Esta serie está escrita por expertos que también comparten sus consejos sobre cómo controlar estos síntomas basados en su experiencia de primera mano y conocimientos respaldados por investigaciones.
La sobreestimulación es lo que ocurre cuando hay demasiada información sensorial que el cerebro no puede procesar. Puede hacer que te sientas abrumado , irritable e incómodo. Debido a que el cerebro con TDAH no está tan equipado para filtrar la información sensorial, es más probable que tengas un umbral más bajo para la cantidad de estímulos que puedes tolerar antes de sobreestimularte.
Índice
¿Cómo se siente la sobreestimulación?
La sobreestimulación es un estado en el que uno se siente abrumado por la situación en la que se encuentra. Esto puede manifestarse como malestar físico o emocional y como si el cerebro estuviera congelado o fuera incapaz de pensar o procesar lo que está sucediendo.
También puede hacer que te sientas irritable, presa del pánico o estresado, provocando que arremetas contra tus amigos o seres queridos mientras sientes una fuerte necesidad de escapar de la situación.
Esa terrible experiencia puede motivarte a evitar situaciones que podrían ser sobreestimulantes, como lugares llenos de gente, conciertos ruidosos o incluso días soleados en la playa, un hábito que puede terminar haciendo que pierdas la oportunidad de relacionarte con amigos e incluso puede impedirte alcanzar tus metas profesionales y personales.
¿Qué desencadena la sobreestimulación?
La sobreestimulación ocurre cuando una persona supera su umbral de estímulos sensoriales. Todos, tengan o no TDAH, tenemos un punto más allá del cual el estímulo sensorial se vuelve abrumador: pensemos en el volumen al que el sonido comienza a lastimar nuestros oídos o en el nivel de brillo que nos ciega.
Algunos tienen umbrales más bajos que otros.
Por ejemplo, si tienes problemas sensoriales, tus sensibilidades específicas pueden causar rápidamente una sobrecarga sensorial , incluso a niveles de intensidad que no se considerarían excesivos para alguien sin esa hipersensibilidad.
Para quienes tienen problemas con el tacto, las etiquetas de la ropa o una silla tapizada con una tela que les molesta pueden empezar a hacerles sentir un poco incómodos. Luego, cuando se tienen en cuenta otros estímulos, son más propensos a la sobreestimulación.
Sobreestimulación vs. Hipersensibilidad
Si bien los problemas sensoriales pueden ponerlo en riesgo de sobreestimulación, la hipersensibilidad no es lo mismo que la sobreestimulación.
Ser hipersensible a un estímulo significa que te molesta todo el tiempo en cualquier contexto, sin importar cuál sea. Por otro lado, la sobreestimulación es un estado en el que te sientes abrumado por los estímulos, independientemente de si normalmente te molestarían o no.
Es posible que la mayor parte del tiempo no te importen las etiquetas de tu ropa ni los ruidos fuertes, pero de repente, cualquier estímulo se vuelve insoportable cuando has superado tu umbral.
Sobreestimulación en el TDAH
Si tiene TDAH, con o sin problemas sensoriales, su cerebro puede ser más vulnerable a alcanzar ese punto de sobreestimulación simplemente por la forma en que funcionan sus procesos de atención.
Una de las características principales del TDAH es la falta de atención. Esto suele manifestarse como una dificultad para que el cerebro preste atención a la tarea a la que se desea que preste atención. En las investigaciones, se suele hablar de “control deficiente de la atención” o de capacidad deteriorada para filtrar información y entradas irrelevantes.
Ese filtro dañado puede ser el mismo problema subyacente que hace que las personas con TDAH sean vulnerables a la sobreestimulación: su cerebro está prestando atención a todo a la vez.
Por ejemplo, en un estudio que midió esta falta de control sobre la atención, los sujetos con TDAH tenían un 138% más de “ruido de fondo” en su cerebro que el grupo de control durante una tarea que simplemente les pedía a los sujetos que informaran qué dígitos aparecían en una pantalla a intervalos aleatorios.
El término “ruido de fondo” hace referencia a la cantidad de información irrelevante que el cerebro está procesando. Mediante el uso de electrorretinogramas de patrones (PERG) para medir las funciones de la retina, los investigadores del estudio pudieron observar cómo las células de la retina en los ojos de los sujetos procesaban la información visual.
De modo que ese aumento del 138% en comparación con el grupo de control sugiere que las personas con TDAH no filtraban la información visual para centrarse únicamente en los dígitos que aparecían en la pantalla. Sus cerebros intentaban prestar atención a todo, aunque lo único que necesitaban eran los dígitos.
Otro estudio lo confirma con datos de resonancia magnética funcional (fMRI) que muestran que todas las regiones del cerebro asociadas con el procesamiento sensorial muestran una actividad elevada, incluso durante un estado de reposo cuando no se le pide al sujeto que realice ninguna tarea.
Lo que esto significa es que el cerebro con TDAH a menudo intenta procesar toda la información sensorial que recibe, de una sola vez, sin discriminar cuáles son las entradas más importantes.
Cómo experimento la sobreestimulación
Mi propia experiencia coincide con estas conclusiones. Sin medicación, siento que hay toda esta “estática” en mi cerebro que me dificulta concentrarme o pensar. Cuando tomo mi medicación, es como si esa estática se calmara y finalmente puedo pensar con claridad. Aunque nunca me han medido la actividad cerebral, puedo imaginar que el elevado ruido de fondo al que se refieren los investigadores se parece mucho a la estática en mi cerebro.
Esto puede dificultar la concentración, por ejemplo, al leer un libro, porque el cerebro no da a las palabras de la página más prioridad que a la sensación de la textura áspera de la silla en la que estás sentado, el sonido del zumbido del refrigerador, la vaga sensación de constricción de la cintura del pantalón o los objetos aleatorios que también están en tu campo de visión mientras intentas concentrarte en el libro.
Si tu cerebro intenta procesar todo a la vez, es posible que seas más vulnerable a la sobreestimulación. En lugar de bloquear la información irrelevante para evitar la sobrecarga, sigue intentando asimilarlo todo.
Sobreestimulación en el autismo
La sobreestimulación no es sólo un síntoma del TDAH; a menudo también se observa en personas autistas.
Las personas con TDAH y las personas autistas pueden mostrar signos similares de hiperactividad cuando se les sobreestimula, como ser más reactivas a la información sensorial (es decir, sentirse fascinadas por un objeto específico o fijarse en una sensación). Además, la sobreestimulación tanto en el TDAH como en el autismo puede provocar problemas emocionales y de conducta como ansiedad, irritabilidad o ira.
Los dos diagnósticos suelen presentarse simultáneamente. Las investigaciones indican que entre el 31% y el 95% de los niños autistas presentan síntomas de TDAH, como falta de atención, hiperactividad o impulsividad.
Cómo afrontar y evitar la sobreestimulación
La sobreestimulación puede resultar incómoda, pero la buena noticia es que, por lo general, alejarse de la situación permite calmarse rápidamente. Además, los trucos que ayudan al cerebro a ignorar la información sensorial pueden ayudar a evitar la sobreestimulación en primer lugar.
Tómate un descanso sensorial
Si te sientes sobreestimulado, diles a tus amigos o compañeros de trabajo que vas a salir a descansar. Tómate de 5 a 10 minutos para ir a algún lugar que no te agobie. Mientras estés allí, puedes probar algunas de estas técnicas para calmar tu cerebro abrumado:
- Escucha tu música favorita
- Acaricia un perro (o gato, o iguana, cualquier mascota que tengas disponible)
- Dar un paseo
- Llama a un amigo para una charla rápida
- Escribe lo que sientes en un diario.
Prepárese para situaciones que le generen demasiado estímulo eligiendo algo que pueda hacer en un descanso de 5 a 10 minutos para relajarse y volver a centrarse. Luego, asegúrese de tener siempre a mano todos los elementos que necesite (por ejemplo, lleve un diario en su mochila o auriculares en su bolsillo).
Identifica tu umbral
Cada persona tiene un umbral diferente para la cantidad de estímulos sensoriales que puede manejar sin sentirse sobreestimulada. Empiece a prestar atención cuando se sienta sobreestimulado para determinar qué tipos de estímulos sensoriales (y qué niveles de cada tipo) tienen más probabilidades de abrumarlo.
No puedes controlar todos los estímulos sensoriales que recibes durante el día, pero conocer tu umbral puede ayudarte a evitar situaciones que podrían resultar sobreestimulantes o a prepararte para ellas. Por ejemplo, si no puedes evitar hacer los turnos más intensos en el trabajo, planifica una estrategia de “descanso sensorial” que puedas hacer en el trabajo y que te ayude a controlar la sobreestimulación para superar el turno.
Si tienes la opción, intenta evitar una situación que pueda resultar sobreestimulante proponiendo una alternativa. Si tus amigos te invitan a un gran festival y te preocupa que la multitud te abrume, ofrécete a reunirte con ellos más tarde o identifica secciones menos concurridas a las que puedas ir a tomar descansos cuando lo necesites.
Acepta el poder de la inquietud
Si bien a menudo se lo considera una señal de que no estás prestando atención, las investigaciones muestran que moverse nerviosamente en realidad mejora tu concentración . Mejorar la concentración puede ayudarte a ignorar de manera más efectiva las entradas irrelevantes que pueden llevar a la sobreestimulación.
Por eso, perfeccionar su estrategia personal de inquietud puede ayudar a aliviar múltiples síntomas del TDAH.
La mejor manera de hacer ejercicio depende de la tarea en cuestión y de tus preferencias personales. Si necesitas escuchar (en una reunión o durante una clase), hacer garabatos o apretar una pelota antiestrés puede ser una buena actividad antiestrés. Si estás hablando por teléfono o en una reunión virtual, caminar de un lado a otro de la sala mientras hablas o escuchas puede ser de ayuda.
Si está leyendo o trabajando en algo que requiere el uso de las manos, puede golpear el suelo con el pie, pedalear en una bicicleta fija o colocar los pies sobre una tabla de equilibrio o una pelota de ejercicios.
Crear entornos de estimulación óptimos
Si lidiar con la sobreestimulación no fuera lo suficientemente difícil, las personas con TDAH también son propensas a sufrir una subestimulación. Por lo tanto, cuando encuentre formas de evitar la sobreestimulación, asegúrese de no confinarse en un entorno que no sea lo suficientemente estimulante. En lugar de eso, cree el entorno sensorial adecuado.
Para ello, hay que distinguir entre la información sensorial útil y la inútil. En mi caso, por ejemplo, me distraigo y me agobio fácilmente con los ruidos ambientales (coches, pájaros, gente charlando), pero el silencio absoluto me hace sentir aislada y apartada del mundo.
Para lograr el equilibrio adecuado, utilizo auriculares con cancelación de ruido para escuchar música agradable sin letra (para evitar distraerme con las palabras de una canción). Proporciona la cantidad justa de estimulación para evitar el aburrimiento sin llegar a agobiarme.
Visualmente, tiendo a sentirme abrumada cuando mi oficina está desordenada o sucia, pero me siento desmotivada si el espacio está completamente vacío. Mi escritorio no puede estar lleno de libros y papeles, pero si está completamente vacío, da una sensación de extrañeza. Necesito obras de arte en las paredes, una gran ventana para tener una vista del exterior y pilas de objetos organizados en mi escritorio.
Lleva tiempo, pero prestar atención a cómo respondes a la información sensorial (o la falta de ella) puede ayudarte a perfeccionar el entorno óptimo que te permita concentrarte y evitar sentirte abrumado.