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Traición, agresión y simplemente insensibilidad: la gente puede lastimarnos de un millón de maneras y el perdón no siempre es fácil.
Ya sea que te hayan cortado el paso en el tráfico, que tu suegra te haya menospreciado, que tu cónyuge te haya traicionado o que un compañero de trabajo te haya hablado mal de ti, la mayoría de nosotros nos enfrentamos a una variedad de situaciones, tanto serias como mundanas, sobre las que podemos optar por reflexionar o perdonar. Pero el perdón, como tantas cosas en la vida, es más fácil de decir que de hacer.
Dicho esto, aprender a perdonar tiene muchos beneficios, incluso más para la persona que perdona que para la que lo recibe. No tienes por qué olvidar lo que te han dicho, a pesar del viejo dicho, pero dejar atrás la ira y el resentimiento hacia alguien puede hacer maravillas por tu salud mental.
Índice
El desafío del perdón
Perdonar puede ser un desafío por varias razones. A veces, perdonar puede confundirse con aceptar lo que alguien nos ha hecho: “Está bien. ¿Por qué no hacerlo otra vez?” Incluso para las personas que entienden la diferencia entre aceptar el mal comportamiento de alguien como “correcto” y aceptar que sucedió, perdonar puede ser difícil porque estas dos cosas se confunden fácilmente.
El perdón también puede ser difícil cuando la persona que nos hizo daño no parece merecerlo. Podemos sentir que la estamos “liberando de responsabilidad”. Si bien este sentimiento es completamente comprensible, es fundamental recordar que el perdón nos permite dejar ir una conexión que tenemos con quienes nos han hecho daño y seguir adelante, con o sin ellos.
A veces es difícil recordar que el perdón beneficia más a quien perdona que a quien es perdonado.
En definitiva, el perdón es especialmente complicado porque es difícil dejar atrás lo que ocurrió. Perdonar a alguien que ha cometido un comportamiento inaceptable puede resultar complicado cuando tenemos problemas para dejar atrás la ira o el dolor relacionados con el hecho en sí.
La importancia del perdón
El perdón es bueno para el corazón, literalmente. Un estudio de 2017 de Annals of Behavioral Medicine fue el primero en asociar un mayor perdón con menos estrés y, en última instancia, una mejor salud mental. Un mayor perdón dio lugar a una menor percepción del estrés, a lo que le siguió una disminución de los síntomas de salud mental (pero no de los síntomas de salud física).
Otra investigación de 2017 mostró que el perdón “estatal” —una disposición intencional, impulsada por un propósito, inclinada hacia el perdón— produjo en aquellos participantes que asumieron el perdón sensaciones percibidas de bienestar mental, que incluyeron reducciones en los afectos negativos, sentir emociones positivas, experimentar relaciones positivas con otros, discernir sensibilidades de crecimiento espiritual e identificar un sentido de significado y propósito en la vida, así como una mayor sensación de empoderamiento.
Una investigación publicada poco antes, en 2015, vinculaba el perdón con el proverbial olvido. El perdón emocional e intencional influyó en el olvido incidental posterior. El perdón emocional decidido y deliberado causa olvido y es un primer paso importante en la cascada del perdón.
En resumen, el perdón es bueno para tu cuerpo, tus relaciones y tu lugar en el mundo. Esa es razón suficiente para convencer a prácticamente cualquier persona de que se ponga a trabajar para dejar atrás la ira y trabajar en el perdón.
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Cómo perdonar
Perdonar no siempre es fácil, pero puede ser más fácil con algunos ejercicios y la actitud adecuada. En primer lugar, recuerda que el perdón es algo que haces por ti mismo para romper tu apego emocional a lo que sucedió. (Piensa en retirar la mano de un quemador caliente en la cocina: sigue caliente, pero te alejas de él por tu propia seguridad).
Permítete enojarte y lamentar
El primer paso para aprender a perdonar no tiene nada que ver con el acto de perdonar, sino con lo contrario. Antes de llegar al punto en el que puedas practicar el perdón, necesitas sentir adecuadamente tus sentimientos sobre el problema.
Eso significa permitirte realmente estar enojado por lo que sucedió. No se trata de convertirte en una víctima o hacer que la persona que te lastimó parezca un monstruo de algún tipo, sino simplemente permitirte sentir tu ira sin reprimirla. Permítete lamentar si perdiste a un amigo debido a la situación y saca las emociones de tu cuerpo. Esto puede llevar tiempo y puede implicar prácticas como llevar un diario o terapia de conversación.
Practica la empatía
Cuando alguien te hace daño, te traiciona o es francamente cruel contigo, puede resultar difícil ponerse en su lugar. Te dices a ti mismo que nunca le harías eso a alguien, y tal vez no lo harías. Pero eso no significa que no hayas estado en situaciones en las que te comportaste mal con otra persona de una manera que puede haber sido hiriente sin querer.
Puede resultar útil tener esto en cuenta al debatir si perdonar o no a alguien: tal vez esa persona en general piense lo mismo sobre sí misma. ¿Es realmente una persona maliciosa? ¿O simplemente cometió un error y cometió un grave error de juicio? A veces, intentar replantear el comportamiento de alguien de esta manera puede acercarnos un poco más a la posibilidad de perdonar.
Identifica el “por qué” en ti mismo
También puedes tomarte un tiempo para reflexionar sobre por qué sigues aferrándote a la ira que estás sintiendo. Incluso si lo que te hizo esa persona ha afectado drásticamente tu vida, ¿te sirve seguir enojado? ¿Te ayuda en tu proceso de curación? Si respondiste que no, el perdón podría ser un buen próximo paso.
Establecer límites
A la hora de aprender a perdonar, es importante recordar que perdonar no significa que tengas que dejar que esa persona vuelva a tu vida. Si alguien no es bueno para tu bienestar, está bien que lo expulses de tu vida o que establezcas límites estrictos sobre el tiempo que pasas con esa persona. El perdón es para ti, no para la persona que te hizo daño.
Además, recuerda que estás avanzando, y perdonar a esa persona le permite a ella (o al menos a lo que ha hecho) permanecer en el pasado mientras tú sigues adelante.