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Los psicólogos llevan mucho tiempo interesados en saber exactamente por qué y cuándo ayudamos a otras personas. También ha habido un enorme interés en las razones por las que a veces no ayudamos a los demás. El efecto espectador es un fenómeno social que se produce cuando las personas no ayudan a quienes lo necesitan debido a la presencia de otras personas. En muchos casos, las personas sienten que, como hay otras personas alrededor, seguramente alguien más entrará en acción.
Índice
Factores que pueden ayudar a superar el efecto espectador
Si bien el efecto espectador puede tener un impacto negativo en el comportamiento prosocial , el altruismo y el heroísmo , los investigadores han identificado una serie de factores diferentes que pueden ayudar a las personas a superar esta tendencia y aumentar la probabilidad de que adopten conductas de ayuda. Algunos de estos incluyen:
Ser testigo de un comportamiento de ayuda
A veces, simplemente ver a otras personas haciendo algo amable o útil nos hace más dispuestos a ayudar a los demás.
Imagina que estás entrando en unos grandes almacenes. En la entrada hay un timbre que pide donaciones para una organización benéfica. Observas que muchas de las personas que pasan por allí se detienen para depositar su cambio en el cubo de donaciones. Como resultado, es posible que te sientas más inspirado para detenerte y donar tu propio cambio.
Los investigadores han descubierto que cuando observamos a otras personas realizar conductas prosociales, como donar sangre, es más probable que hagamos lo mismo, según un estudio publicado en
Ser observador
Una de las principales razones por las que las personas no suelen actuar cuando necesitan ayuda es que no se dan cuenta de lo que está sucediendo hasta que es demasiado tarde. Las situaciones ambiguas también pueden dificultar la determinación de si realmente se necesita ayuda.
En un famoso experimento publicado en 1968, los participantes tenían menos probabilidades de reaccionar cuando el humo comenzaba a llenar una habitación si las otras personas que estaban en la habitación tampoco reaccionaban. Como nadie más estaba actuando, la gente supuso que no debía haber una emergencia.
Mantenerse alerta y en sintonía con su situación, en lugar de confiar únicamente en las respuestas de quienes lo rodean, puede ayudarlo a decidir mejor cómo reaccionar.
Ser hábil y conocedor
Cuando nos enfrentamos a una situación de emergencia, saber qué hacer aumenta enormemente la probabilidad de que una persona actúe. ¿Cómo podemos aplicar esto a nuestra propia vida?
Si bien no es posible estar preparado para cada posible evento que pueda ocurrir, tomar clases de primeros auxilios y recibir capacitación en RCP podría ayudarlo a sentirse más competente y preparado para enfrentar posibles emergencias.
Culpa
Los investigadores han descubierto que los sentimientos de culpa a menudo pueden estimular conductas de ayuda. La llamada “culpa del superviviente” es sólo un ejemplo. Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre, algunas personas que habían sobrevivido al suceso se sintieron impulsadas a ayudar a los demás.
Tener una relación personal
Los investigadores saben desde hace mucho tiempo que es más probable que ayudemos a las personas que conocemos personalmente. En una situación de emergencia, las personas en problemas pueden ayudar a cultivar una respuesta más personalizada incluso en extraños tomando algunas medidas importantes.
Comportamientos simples como hacer contacto visual directo y entablar una conversación informal pueden aumentar la probabilidad de que una persona venga en tu ayuda.
Si estás en problemas, identifica a un individuo entre la multitud, haz contacto visual y pídele ayuda directamente en lugar de hacer una súplica general al grupo.
Ver a los demás como merecedores de ayuda
Las personas también son más propensas a ayudar a los demás si creen que la persona realmente lo merece. En un estudio clásico, los participantes eran más propensos a dar dinero a un desconocido si creían que le habían robado la billetera en lugar de creer que la persona simplemente había gastado todo su dinero.
Esto podría explicar por qué algunas personas están más dispuestas a dar dinero a las personas sin hogar mientras que otras no. Quienes creen que las personas sin hogar están en su situación debido a la pereza o a la falta de voluntad para trabajar son menos propensos a dar dinero, mientras que quienes creen que estas personas realmente merecen ayuda son más propensos a brindarles asistencia.
Sentirse bien
Sentirnos bien con nosotros mismos puede contribuir a desarrollar conductas prosociales. Las personas que se sienten felices o exitosas tienen más probabilidades de brindar ayuda, e incluso eventos relativamente pequeños pueden desencadenar esos sentimientos.
Escuchar tu canción favorita en la radio, disfrutar de un cálido día de verano o completar con éxito una tarea importante en el trabajo puede hacer que te sientas alegre y competente, y más propenso a ayudar a otra persona que lo necesite. Esto se conoce a menudo como el efecto “sentirse bien, hacer el bien”.