Teoría polivagal: cómo nuestro nervio vago controla las respuestas a nuestro entorno

¿Alguna vez has estado en una situación en la que te sientes inseguro o en peligro, pero no estás seguro de por qué? Puede que mires a tu alrededor y veas que a nadie más le preocupa, pero aun así sientes que algo no está bien.

Puede que no te des cuenta, pero caminas por el mundo cada día y lees miles de señales sociales en tu entorno. En nuestras interacciones con los demás, captamos expresiones faciales , tonos de voz, movimientos corporales y más. Observamos e interactuamos constantemente con el mundo y con los demás como parte de la experiencia humana.

A medida que interactuamos con los demás, se va moldeando nuestro sentido de identidad . Aprendemos en quién podemos confiar y quiénes nos parecen peligrosos. Nuestros cuerpos procesan este tipo de información constantemente a través de estas interacciones con el mundo.

Tres etapas de desarrollo de la respuesta

Muy bien / Brianna Gilmartin 

El sistema de vigilancia del cuerpo

Nuestro sistema nervioso es una estructura compleja que recoge información de todo nuestro cuerpo y coordina la actividad. Hay dos partes principales del sistema nervioso: el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico.

Sistema nervioso central

El sistema nervioso central consta de dos estructuras:

  • Cerebro: Es la estructura compuesta por miles de millones de neuronas interconectadas, o células nerviosas, que se encuentra en el cráneo. Funciona como centro de coordinación de casi todas las funciones de nuestro cuerpo. Es la sede de nuestro intelecto.
  • Médula espinal: es una red de fibras nerviosas que conecta la mayor parte de nuestro cuerpo con nuestro cerebro .

Sistema nervioso periférico

El sistema nervioso periférico está formado por todos los nervios que se encuentran fuera del cerebro y la médula espinal. Se puede clasificar en dos sistemas distintos:

  • Sistema nervioso somático (voluntario): Este sistema permite que nuestros músculos y cerebros se comuniquen entre sí. El sistema somático ayuda a nuestro cerebro y médula espinal a enviar señales a nuestros músculos para ayudarlos a moverse, así como también envía información desde el cuerpo de regreso al cerebro y médula espinal.
  • Sistema nervioso autónomo (involuntario): es el sistema que controla las glándulas y los órganos internos, como el corazón, los pulmones y el sistema digestivo. Este sistema hace funcionar las partes importantes de nuestro cuerpo sin que tengamos que pensar intencionalmente en ellas. Por ejemplo, podemos respirar sin tener que pensar en tomar aire cada vez.

Interpretación de señales de peligro

Nuestro sistema nervioso autónomo es complejo y siempre está en constante actividad. Además de realizar funciones importantes en nuestro organismo, también nos ayuda a detectar, interpretar y responder a las señales de peligro.

Hay dos sistemas separados en funcionamiento dentro de nuestro sistema nervioso autónomo que nos ayudan a leer y responder a las señales de peligro:

  • Sistema nervioso simpático. Este sistema activa nuestro cuerpo para responder movilizándonos para que nos movamos cuando nos encontramos en situaciones peligrosas. Muchos se refieren a este sistema como nuestra respuesta de “lucha o huida” ante las señales de peligro en nuestro entorno. También es responsable de activar nuestras glándulas suprarrenales para liberar epinefrina en nuestro torrente sanguíneo, también conocido como crear una descarga de adrenalina . Cuando vemos una serpiente, nuestro sistema nervioso simpático leerá la señal de la amenaza potencial y hará que nuestro cuerpo responda, probablemente implicando una rápida descarga de adrenalina y un movimiento inmediato para alejarse de la serpiente.
  • Sistema nervioso parasimpático. Este sistema interviene en la calma del cuerpo y la conservación de la energía, ya que reduce el ritmo cardíaco, regula la digestión y reduce la presión arterial. Algunos lo denominan el sistema de “descanso y digestión”. Cuando comenzamos a comprender que una señal no es peligrosa, nuestro cuerpo comienza a calmarse con la ayuda del sistema nervioso parasimpático.

El nervio vago

Un nervio es de particular interés para el Dr. Stephen Porges, Ph.D. El Dr. Porges es un distinguido profesor universitario, científico y creador de lo que se conoce como la teoría polivagal. El nervio vago es el décimo nervio craneal, un nervio muy largo y errático que comienza en el bulbo raquídeo, una parte del cerebro ubicada en la parte inferior del cerebro, justo por encima de donde el cerebro se conecta con la médula espinal.

Este nervio vago tiene dos lados: el dorsal (posterior) y el ventral (frontal). Desde allí, los dos lados del nervio vago recorren todo el cuerpo. Se considera que tienen la distribución más amplia de nervios dentro del cuerpo humano.

Escaneando nuestro entorno

Desde el momento en que nacemos, escaneamos intuitivamente nuestro entorno en busca de señales de seguridad y peligro.

Estamos programados para conectarnos y, para ayudarnos a sobrevivir, nuestros cuerpos están diseñados y preparados para observar, procesar y responder a nuestro entorno.

Un bebé responde a los sentimientos de seguridad que le proporciona la cercanía con su padre o cuidador. Del mismo modo, un bebé responderá a las señales que percibe como atemorizantes o peligrosas, como un extraño, un ruido que lo asuste o la falta de respuesta de su cuidador. Buscamos señales de seguridad y peligro durante toda nuestra vida.

Neurocepción

En la teoría polivagal, el Dr. Porges describe el proceso mediante el cual nuestros circuitos neuronales leen las señales de peligro en nuestro entorno como neurocepción. A través de este proceso de neurocepción, experimentamos el mundo de una manera en la que escaneamos involuntariamente situaciones y personas para determinar si son seguras o peligrosas.

Como parte de nuestro sistema nervioso autónomo, este proceso ocurre sin que nos demos cuenta. Así como podemos respirar sin tener que decirnos intencionalmente que debemos respirar, podemos analizar nuestro entorno en busca de señales sin tener que decirnos a nosotros mismos que debemos hacerlo.

El nervio vago es de particular interés durante este proceso de neurocepción. En el proceso de neurocepción, ambos lados de nuestro nervio vago pueden ser estimulados. Se ha descubierto que cada lado (ventral y dorsal) responde de maneras diferentes a medida que escaneamos y procesamos información de nuestro entorno e interacciones sociales.

El lado ventral del nervio vago responde a las señales de seguridad en nuestro entorno y en nuestras interacciones. Apoya los sentimientos de seguridad física y la conexión emocional segura con otras personas en nuestro entorno social.

El lado dorsal del nervio vago responde a las señales de peligro. Nos aleja de la conexión, de la conciencia y nos lleva a un estado de autoprotección. En momentos en los que podríamos experimentar una señal de peligro extremo, podemos bloquearnos y sentirnos paralizados, una indicación de que nuestro nervio vago dorsal ha tomado el control.

Tres etapas de desarrollo de la respuesta

En su teoría polivagal, Porges describe las tres etapas evolutivas implicadas en el desarrollo de nuestro sistema nervioso autónomo. En lugar de simplemente sugerir que existe un equilibrio entre nuestros sistemas nerviosos simpático y parasimpático, Porges describe una jerarquía de respuestas incorporadas en nuestro sistema nervioso autónomo.

  • Inmovilización. Se describe como la vía más antigua e implica una respuesta de inmovilización. Como recordarás, el lado dorsal del nervio vago responde a las señales de peligro extremo, lo que hace que nos quedemos inmóviles. Esto hace que respondamos al miedo quedándonos paralizados, entumecidos y apagándonos. Es casi como si nuestro sistema nervioso parasimpático se pusiera en marcha a toda marcha a medida que nuestra respuesta nos hace quedarnos paralizados en lugar de simplemente disminuir la velocidad.
  • Movilización. En esta respuesta, recurrimos a nuestro sistema nervioso simpático, que nos ayuda a movilizarnos ante una señal de peligro. Entramos en acción con nuestra descarga de adrenalina para alejarnos del peligro o para luchar contra la amenaza. La teoría polivagal sugiere que esta vía fue la siguiente en desarrollarse en la jerarquía evolutiva.
  • Compromiso social. La última incorporación a la jerarquía de respuestas se basa en el lado ventral (frontal) del nervio vago. Esta parte del nervio vago responde a sentimientos de seguridad y conexión. El compromiso social nos permite sentirnos anclados, lo que se ve facilitado por esa vía vagal ventral. En este espacio, podemos sentirnos seguros, tranquilos, conectados y comprometidos.

La jerarquía de respuestas en la vida diaria

A medida que avanzamos en la vida y nos relacionamos con el mundo, inevitablemente habrá momentos en los que nos sentiremos seguros y otros en los que nos sentiremos incómodos o en peligro. La teoría polivagal sugiere que este espacio es fluido y que podemos entrar y salir de estos diferentes lugares dentro de la jerarquía de respuestas con facilidad.

Por ejemplo, podríamos experimentar un compromiso social al abrazar a un ser querido y, durante el mismo día, encontrarnos en movilización al enfrentarnos a un peligro como un perro rabioso, un robo o un conflicto intenso con un compañero de trabajo.

También puede haber momentos en los que leemos y reaccionamos a una señal de peligro de una manera que nos deja con una sensación de estar atrapados e incapaces de salir de la situación. En esos momentos, nuestro cuerpo responde a sentimientos de ira y angustia cada vez mayores , y pasa a un espacio más primario de inmovilización. Nuestro nervio vago dorsal se ve afectado y nos deja en un estado de congelación, entumecimiento y, como creen algunos investigadores, de disociación.

En estos momentos, las señales de peligro pueden resultar abrumadoras y no vemos una salida viable. Un ejemplo de esto podrían ser los momentos de abuso sexual o físico.

Impacto del trauma

Cuando alguien ha sufrido un trauma, en particular en situaciones en las que quedó inmovilizado, su capacidad para analizar el entorno en busca de señales de peligro puede verse alterada. Por supuesto, el objetivo de nuestro cuerpo es evitar que vuelva a ocurrir un momento aterrador como ese, por lo que hará todo lo que sea necesario para protegernos.

A medida que nuestro sistema de vigilancia se activa, también puede interpretar incorrectamente señales de nuestro entorno como peligrosas.

Cuando nuestro cuerpo capta una señal en una interacción que nos indica que tal vez no estemos a salvo, comienza a responder. Para la mayoría, esta señal los lleva a una respuesta de movilización, entrando en acción para neutralizar o escapar de la amenaza.

Para quienes han sufrido un trauma, una señal de peligro puede hacer que se inmovilicen directamente. A medida que comienzan a asociar numerosas señales interpersonales como peligrosas, como un ligero cambio en la expresión facial, un tono de voz particular o ciertos tipos de postura corporal, pueden encontrarse reaccionando de una manera que les resulta familiar en un esfuerzo por prepararse y protegerse.

En estas situaciones, es posible que el cuerpo no registre la movilización como una opción, lo que puede resultar bastante confuso para los sobrevivientes de un trauma, que no son conscientes de cómo esta jerarquía de respuestas se ve influenciada por sus interacciones con los demás y el mundo.

Resumen

Como seres humanos, constantemente analizamos el entorno que nos rodea en busca de seguridad y peligro. Y, según la teoría polivagal, la forma en que nuestro sistema nervioso percibe las amenazas afecta la forma en que nuestro cerebro y nuestro cuerpo responderán a la situación.

Si siente que está experimentando una inmovilización excesiva o que ve señales de peligro con más frecuencia de lo que debería, puede resultar útil realizar ejercicios para calmar el nervio vago. Las formas de calmar el nervio vago son principalmente físicas, como la meditación, el ejercicio y los ejercicios de respiración. La psicoterapia también puede ser útil, especialmente si su respuesta de “lucha o huida” puede ser hiperactiva debido a un trauma pasado.

Fuentes
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