La heurística del afecto y la toma de decisiones

Pesando chocolate contra una manzana

Imágenes de Chris Ryan/Getty


De un vistazo

La heurística del afecto influye en tus decisiones. Es cuando tu cerebro toma un “atajo mental” y tus sentimientos juegan un papel importante en las decisiones que tomas.

En psicología, la heurística del afecto es un atajo mental que las personas utilizan para tomar decisiones que están fuertemente influenciadas por lo que sienten en ese momento. Básicamente, el afecto (un término psicológico para la respuesta emocional) juega un papel fundamental en las decisiones que tomamos.

Un término psicológico para una respuesta emocional se llama “afecto”.

Tus emociones influyen en todas tus decisiones, grandes y pequeñas. Por ejemplo, es más probable que corras riesgos o pruebes cosas nuevas cuando estás feliz y confiado, y menos probable que lo hagas cuando te sientes deprimido e inseguro. Si alguna vez te has dejado llevar por tu “intuicionamiento” al enfrentarte a una decisión difícil, entonces te has basado en la heurística del afecto.

Después de todo, es posible que ya sepas que es más probable que corras riesgos o pruebes cosas nuevas cuando estás feliz, pero menos probable que te arriesgues cuando estás deprimido. Si alguna vez te has dejado llevar por tu “intuicionamiento” al enfrentarte a una decisión difícil, probablemente estés confiando en la heurística del afecto.

En psicología, una heurística es un atajo mental que permite a las personas tomar decisiones de forma rápida y eficaz. En este caso, es la forma en que te sientes (tu afecto) ante un estímulo en particular lo que influye en las decisiones que tomas.

Hablemos más sobre cómo la  heurística del afecto  se aplica a su vida diaria, incluidos algunos ejemplos de cómo le ayuda a tomar decisiones. 

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Heurística del afecto: cómo funciona 

Tus sentimientos sobre la “bondad” o “maldad” relativa de una persona, objeto o actividad en particular influyen en las decisiones que tomas sobre ellos. 

Entonces, ¿cuánto influyen tus  emociones en tu toma de decisiones y cómo afectan esto a tu vida? Esto es lo que han demostrado las investigaciones: 

  • Cuando estás en un estado emocional positivo, es más probable que percibas que una actividad tiene más beneficios y menos riesgos.
  • Por otro lado, si tu estado emocional es negativo, es más probable que veas una actividad como algo que tiene pocos (o ningún) beneficio y mucho más riesgo.

Heurística del afecto: ejemplo

He aquí un ejemplo de la heurística del afecto en acción. Imaginemos a dos niños jugando en un parque local: Miguel y Jenny. 

Miguel ha pasado mucho tiempo divirtiéndose en los columpios de la casa de un vecino, por lo que no tiene más que sentimientos positivos cuando ve los columpios en el parque. Decide inmediatamente que los columpios serán una buena opción (por ejemplo, alto beneficio, bajo riesgo) y corre con entusiasmo a jugar en ellos. 

Sin embargo, hace poco Jenny tuvo una experiencia negativa mientras jugaba en los columpios de la casa de una amiga: se cayó y se lastimó. Por eso, cuando ve los columpios en el parque, recurre a su reciente recuerdo no tan divertido y algo doloroso y decide que los columpios son una mala elección (es decir, poco beneficio, alto riesgo).

Cómo la heurística del afecto afecta tu vida

La heurística del afecto como factores de predisposición y desventaja. Si bien estos atajos mentales nos permiten tomar decisiones rápidas y, a menudo, razonablemente precisas, también pueden llevarnos a  tomar malas decisiones .

Pensemos en cómo la publicidad puede hacer que actividades como fumar o comer alimentos sabrosos pero poco nutritivos parezcan opciones positivas. Estos anuncios pueden influir en las emociones de los consumidores y llevarlos a tomar decisiones que no favorecen (e incluso pueden perjudicar) su salud. 

Un estudio de 1978 desempeñó un papel importante en nuestra comprensión de la heurística del afecto. Los investigadores descubrieron que los juicios sobre los beneficios y los riesgos estaban  correlacionados negativamente , es decir, cuanto mayor era el beneficio percibido, menor era el riesgo percibido. Por otro lado, cuanto más arriesgada parecía una conducta, menores eran los beneficios percibidos de la misma. 

Conductas como beber alcohol y fumar se consideraban de alto riesgo y poco beneficio, mientras que cosas como los antibióticos y las vacunas se consideraban de alto beneficio y bajo riesgo.

Los investigadores también han descubierto que las emociones pueden  influir en los juicios  que hacen las personas sobre los datos que se les proporcionan.  En un estudio anterior de 2009, se mostraron a los médicos tasas de reincidencia que se presentaban como probabilidades (como 30%) o frecuencias (como 30 de 100).

Los médicos clasificaron a los pacientes con problemas de salud mental como de mayor riesgo cuando los números se mostraron como frecuencias en lugar de probabilidades. ¿Por qué? Los investigadores pensaron que presentar los datos como frecuencias llevó a los médicos a hacer juicios más extremos, ya que creaba una imagen mental del paciente recayendo en sus antiguas conductas.

Cómo mantener las emociones fuera de las decisiones 

La heurística del afecto puede tener una poderosa influencia en nuestras decisiones. Entonces, ¿cómo puedes asegurarte de que tus emociones no te lleven a tomar decisiones que no te beneficiarán? 

Para empezar, el simple hecho de ser consciente de que esto sucede puede ser de gran ayuda. Observar tu tendencia a dejarte llevar por tus sentimientos en el momento puede ayudarte a hacer una pausa y trabajar para tomar decisiones más objetivas y lúcidas en el futuro. Las investigaciones también sugieren que hablar contigo mismo en tercera persona puede ser una herramienta eficaz para mejorar tu autocontrol.

Por lo general, probablemente te hables a ti mismo en primera persona, es decir, diciendo “soy”, “quiero” y “necesito”. Esta perspectiva te coloca justo en el medio de todo lo que estás sintiendo, percibiendo y experimentando en el momento, un lugar ajetreado que puede ser fácilmente abrumador.

En lugar de eso, piense en convertirse en un narrador que le cuenta al lector lo que le está sucediendo a un personaje, pero que en realidad no es parte de la historia. El narrador se encuentra en una posición útil: puede ver y escuchar lo que está sucediendo, y sabe cómo se siente y piensa un personaje, pero no tiene por qué sentir esos sentimientos ni pensar esos pensamientos. El narrador está desvinculado de las emociones y puede observar lo que está sucediendo de manera objetiva. 

Aquí tienes algo que puedes probar: la próxima vez que necesites tomar una decisión en un momento emotivo, haz una pausa y “háblate” en silencio a ti mismo en tercera persona. Puedes asumir el papel de narrador para describir lo que está sucediendo de manera objetiva. Incluso puedes darle a tu “personaje” algunos consejos sobre cómo manejar la situación. 

Por ejemplo, imagina que estás a punto de decirte a ti mismo: “No puedo hacer esto, lo voy a arruinar”. 

En lugar de eso, entra en modo narración y di: “[Tu nombre] estaba nervioso, pero había pasado toda la semana previa a este momento preparándose, por lo que tenía las herramientas y los conocimientos necesarios para hacer el trabajo”. 

O, para aumentar un poco la confianza, podrías decir: “[Tu nombre], es comprensible que estés nervioso porque te preocupas por hacer un buen trabajo. Pero no dejes que los nervios te dominen: has trabajado duro y estás listo. Respira profundamente y haz lo mejor que puedas”. 

Es posible que descubra que usar el diálogo interno narrativo le ayuda a mantener la calma, la serenidad y la cordura, e incluso puede evitar que tome una decisión en el momento de la que luego se arrepienta. 

9 Fuentes
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  2. Lerner JS, Li Y, Valdesolo P, Kassam KS. Emoción y toma de decisionesAnnu Rev Psychol . 2015;66:799–823. doi:10.1146/annurev-psych-010213-115043

  3. Mohamad Hjeij, Arnis Vilks. Una breve historia de la heurística: ¿cómo evolucionó la investigación sobre heurística?Humanities and Social Sciences Communications . 2023;10(1). doi:10.1057/s41599-023-01542-z

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Lectura adicional

  • Reisberg, D. Manual de Oxford de psicología cognitiva. Oxford: Oxford University Press; 2013.

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