Un estudio descubre un vínculo interesante entre las respuestas inflamatorias y la depresión

La relación entre las respuestas inflamatorias y la depresión es un área de investigación en desarrollo, ya que los científicos intentan aprender más sobre qué desencadena las enfermedades mentales y cuál es la mejor manera de tratarlas.  

Un nuevo estudio, publicado en Psychological Science , encontró que las personas que experimentan una alta reactividad inflamatoria a situaciones socialmente estresantes tienen más probabilidades de desarrollar síntomas depresivos .

“Nos propusimos descubrir por qué el estrés psicológico, y en particular el estrés interpersonal, desencadena la depresión en algunas personas pero no en otras”, afirma la autora principal y candidata a doctorado de la Universidad Estatal de Ohio, Annelise A. Madison . 

Una teoría (la teoría de transducción de señales sociales de la depresión) sugiere que aquellos cuyos cuerpos generan una respuesta inflamatoria exagerada a un conflicto u otro factor estresante social tienen mayor riesgo de desarrollar depresión con el tiempo, especialmente ante un estrés frecuente o recurrente.

“Esta teoría no había sido probada, así que lo hicimos entre una muestra de sobrevivientes de cáncer de mama y otra muestra de adultos sanos”, dice Madison. 

Una mirada más cercana a la investigación 

Madison y sus colegas analizaron datos de dos estudios que incluían un factor estresante social y también incluían evaluaciones de síntomas depresivos y biomarcadores inflamatorios.

En el primer estudio, 43 parejas físicamente sanas dieron una muestra de sangre antes de participar en una discusión combativa de 20 minutos para resolver un problema con su pareja. Después del conflicto (90 minutos más tarde y 300 minutos más tarde), se tomaron dos muestras de sangre adicionales.

Los investigadores descubrieron que aquellos que informaron conflictos interpersonales más frecuentes tenían síntomas depresivos más intensos un mes después, pero sólo si experimentaron una mayor reactividad inflamatoria al conflicto.

En el segundo estudio, 79 supervivientes de cáncer de mama dieron una muestra de sangre antes de someterse a la prueba de estrés social de Trier, una situación que genera estrés y que implica dos tareas (habla y cálculo mental). A los 45 y 120 minutos después de la prueba de estrés, se les volvió a extraer sangre a las participantes.

Los investigadores descubrieron que los participantes que experimentaron más soledad y se sintieron menos apoyados socialmente, por lo general, presentaban síntomas depresivos más intensos un año después de la prueba. Esto fue particularmente cierto entre aquellos con mayor reactividad inflamatoria.

“Encontramos evidencia que respalda la teoría de la transducción de señales sociales de la depresión; es decir, las personas que son más reactivas fisiológicamente al estrés interpersonal y que se enfrentan regularmente a este tipo de estrés tienen mayor riesgo de que los síntomas depresivos aumenten con el tiempo”, afirma Madison. “Estos hallazgos sugieren que podemos tomar medidas para reducir el riesgo de depresión 1) disminuyendo nuestra reactividad física al estrés mediante estrategias como la participación regular en la meditación consciente; o 2) reduciendo nuestra exposición al estrés interpersonal mediante una gestión más hábil de las relaciones”.

Madison añade que la otra cara de los resultados es que quienes presentaban una mayor reactividad inflamatoria al estrés (lo cual no es ideal) no necesariamente experimentaron un empeoramiento de los síntomas depresivos. “Esto sólo ocurrió en el contexto de una exposición frecuente al estrés interpersonal”, explica. “Por lo tanto, mejorar la salud y la calidad de nuestras relaciones es clave para minimizar el riesgo de depresión”. 

Reducción del riesgo de depresión

Los investigadores esperan que investigaciones futuras respondan más preguntas acerca de quién tiene mayor riesgo de desarrollar depresión y bajo qué circunstancias.

“En particular, el momento, la duración y la gravedad del estrés interpersonal probablemente sean importantes y merecen más investigación en relación con la aparición de la depresión”, afirma Madison. “Esta investigación es importante porque entonces podemos empezar a identificar a las personas en riesgo de depresión y tomar medidas proactivas para reducir el riesgo cuando sea posible. Además, identificar estos mecanismos fisiológicos subyacentes, como la inflamación, nos ayudará en última instancia a tratar la depresión de manera más eficaz”.

La terapeuta matrimonial y familiar, conferencista y guía de yoga y meditación Claudia de Llano recomienda la meditación de atención plena como una forma de aquietar la mente. 

Esto puede tomar muchas formas, desde una caminata o actividad consciente donde usted comienza a sintonizarse con imágenes, sonidos, olores y sensaciones, hasta cánticos, curación con sonido, música, yoga o ejercicios de respiración.

“Cuando hay depresión, solemos experimentar síntomas como sentimientos de tristeza, estancamiento, culpa y pérdida de interés”, afirma de Llano. “Esto puede provocar un desequilibrio de la energía física y mental, de la concentración general y alteraciones relacionadas con el sueño, el apetito, el sexo y la capacidad para funcionar en la vida diaria”.

La atención plena nos permite, en concreto, calmar la mente al hacer que nos demos cuenta de una forma que interrumpe la cadena de pensamientos pasados ​​y futuros que están fuera de nuestro control, explica de Llano. “Al conectarnos con la respiración, movernos conscientemente, usar el sonido y meditar de una forma que permita la presencia, el sistema nervioso se relaja y, a menudo, nos lleva al momento presente”, afirma. “Esto puede tener un profundo impacto, calmando la mente y el cuerpo de una forma tangible y, a menudo, placentera”.