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Si bien no se puede atribuir el descubrimiento de la depresión a una sola persona, hay muchos grandes pensadores cuyas ideas contribuyeron (y siguen contribuyendo) a nuestro creciente conocimiento sobre lo que realmente es esta enfermedad . Para comprender mejor cómo piensan los investigadores, los médicos y los psicólogos sobre esta afección en la actualidad, puede ser útil echar un vistazo a la historia de la depresión.
Índice
¿Cuándo se descubrió la depresión?
¿Cuándo se produjo el primer caso de depresión? Los primeros relatos escritos sobre lo que hoy se conoce como depresión aparecieron en el segundo milenio a. C. en Mesopotamia. En estos escritos, se hablaba de la depresión como una afección espiritual más que física. Al igual que otras enfermedades mentales, se creía que era causada por posesión demoníaca. Por ello, eran los sacerdotes los que se ocupaban de ella, no los médicos.
La idea de que la depresión es causada por demonios y espíritus malignos ha existido en muchas culturas, incluidas las de los antiguos griegos, romanos, babilonios, chinos y egipcios. Debido a esta creencia, a menudo se trataba con métodos como palizas, restricción física y hambre en un intento de expulsar a los demonios.
Aunque muchos creían que los demonios eran la causa principal de la depresión, había varios médicos griegos y romanos antiguos que creían que la depresión era una enfermedad biológica y psicológica.
Los médicos griegos y romanos utilizaban métodos terapéuticos como la gimnasia, el masaje, la dieta, la música, los baños y un medicamento que contenía extracto de amapola y leche de burra para tratar a sus pacientes.
Filosofía griega y romana antigua
Hipócrates, un médico griego, sugirió que la depresión (inicialmente llamada “melancolía”) era causada por cuatro fluidos corporales desequilibrados llamados humores: bilis amarilla, bilis negra, flema y sangre. En concreto, pensaba que la melancolía era causada por un exceso de bilis negra en el bazo. Los tratamientos preferidos de Hipócrates incluían sangrías, baños, ejercicio y dieta.
Un filósofo y estadista romano llamado Cicerón, por el contrario, creía que la melancolía tenía causas psicológicas como la rabia, el miedo y el dolor.
En los últimos años antes de la era común, a pesar de algunos pasos hacia la creencia en causas más físicas y mentales de la depresión, todavía era una creencia muy común, incluso entre los romanos educados, que la depresión y otras enfermedades mentales eran causadas por demonios y por la ira de los dioses.
Historia de la depresión en la era común
Durante la era común, muchos tratamientos bárbaros y primitivos para la depresión continuaron siendo la norma. Se dice que Cornelio Celso (25 a. C. a 50 d. C.) recomendaba tratamientos muy duros como la inanición, los grilletes y las palizas en casos de enfermedades mentales.
Sin embargo, un médico persa llamado Rhazes (865-925 d. C.) creía que las enfermedades mentales surgían del cerebro y recomendaba tratamientos como baños y una forma muy temprana de terapia conductual que implicaba recompensas positivas por el comportamiento apropiado.
Durante la Edad Media, la religión, especialmente el cristianismo, dominaba el pensamiento europeo sobre las enfermedades mentales, y la gente las atribuía al diablo, a los demonios o a las brujas. Los exorcismos, el ahogamiento y la quema eran tratamientos populares en aquella época. Muchas personas eran encerradas en los llamados “manicomios”.
Aunque algunos médicos siguieron buscando causas físicas para la depresión y otras enfermedades mentales, eran una minoría.
Durante el Renacimiento, que comenzó en la Italia del siglo XIV y se extendió por toda Europa durante los siglos XVI y XVII, las cacerías de brujas y las ejecuciones de enfermos mentales todavía eran bastante comunes; sin embargo, algunos médicos estaban revisando la idea de que las enfermedades mentales tenían una causa natural en lugar de sobrenatural.
En el año 1621, Robert Burton publicó “Anatomía de la melancolía”, en la que exponía las causas sociales y psicológicas de la depresión (como la pobreza, el miedo y la soledad). En este libro, hacía recomendaciones como la dieta, el ejercicio, los viajes, los purgantes (para eliminar las toxinas del cuerpo), las sangrías, las hierbas y la musicoterapia para el tratamiento de la depresión.
Historia de la depresión en la época de la Ilustración
Durante los siglos XVIII y XIX, también llamados la Era de las Luces, la depresión pasó a ser vista como una debilidad del temperamento que se heredaba y no se podía cambiar. El resultado de estas creencias fue que las personas que padecían esta afección debían ser rechazadas o encerradas.
Durante la última parte de la Era de la Ilustración, los médicos comenzaron a sugerir la idea de que la agresión era la raíz de la enfermedad.
Ahora se recomendaban tratamientos como el ejercicio, la dieta, la música y los medicamentos, y los médicos sugirieron que era importante hablar de sus problemas con sus amigos o con un médico.
Otros médicos de la época hablaban de la depresión como resultado de conflictos internos entre lo que uno quiere y lo que sabe que es correcto, y otros buscaban identificar las causas físicas de esta afección.
Los tratamientos durante este período incluían inmersión en agua (permanecer bajo el agua el mayor tiempo posible sin ahogarse) y el uso de un taburete giratorio para colocar el contenido del cerebro en su posición correcta. Otros tratamientos incluían:
- Cambios en la dieta
- Enemas
- Montar a caballo
- Vómitos
También se dice que Benjamin Franklin desarrolló una forma temprana de terapia de electroshock durante esta época.
Historia de la depresión en los siglos XIX y XX
En 1895, el psiquiatra alemán Emil Kraepelin fue el primero en distinguir la depresión maníaca , lo que hoy conocemos como trastorno bipolar, como una enfermedad separada de la demencia precoz (el término que se utilizaba entonces para designar a la esquizofrenia). Casi al mismo tiempo, se desarrollaron
la teoría psicodinámica y el psicoanálisis , el tipo de psicoterapia basada en esta teoría.
Explicaciones psicoanalíticas
En 1917, Sigmund Freud escribió sobre el duelo y la melancolía, donde teorizó sobre la melancolía como una respuesta a una pérdida, ya sea real (por ejemplo, una muerte) o simbólica (como el fracaso en alcanzar el objetivo deseado).
Freud creía además que la ira inconsciente de una persona por su pérdida conduce al odio hacia sí misma y a una conducta autodestructiva. Creía que el psicoanálisis podía ayudar a una persona a resolver estos conflictos inconscientes, reduciendo los pensamientos y conductas autodestructivas.
Sin embargo, otros médicos de la época veían la depresión como un trastorno cerebral.
Explicaciones conductuales
El movimiento conductista en psicología contribuyó a la idea de que las conductas se aprenden a través de la experiencia. Los conductistas rechazaron la idea de que la depresión fuera causada por fuerzas inconscientes y, en cambio, sugirieron que era una conducta aprendida.
Así como estas conductas depresivas se habían aprendido, también se podían desaprender. Se podían utilizar
principios de aprendizaje como la asociación y el refuerzo para establecer y fortalecer conductas más eficaces y saludables.
Aunque hoy en día los psicólogos reconocen que la experiencia no es el único determinante del comportamiento, el conductismo condujo al desarrollo de una serie de enfoques de tratamiento que siguen desempeñando un papel importante en el tratamiento de la depresión y otros trastornos mentales.
Explicaciones cognitivas
Durante las décadas de 1960 y 1970, comenzaron a surgir teorías cognitivas sobre la depresión. El teórico cognitivo Aaron Beck propuso que la forma en que las personas interpretan los acontecimientos negativos podría contribuir a los síntomas de la depresión.
Beck sugirió que los pensamientos automáticos negativos, las creencias negativas sobre uno mismo y los errores en el procesamiento de la información eran responsables de los síntomas depresivos.
Según Beck, las personas deprimidas tienden a interpretar automáticamente los acontecimientos de forma negativa y se consideran indefensas e inadecuadas.
El psicólogo Martin Seligman sugirió que la indefensión aprendida podría desempeñar un papel en el desarrollo de la depresión. Según esta teoría, las personas suelen renunciar a intentar cambiar su situación porque sienten que nada de lo que hagan cambiará las cosas. Esta falta de control hace que las personas se sientan impotentes y desesperanzadas.
La aparición de estos modelos cognitivos de la depresión jugó un papel importante en el desarrollo de la terapia cognitivo conductual (TCC), que ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la depresión.
Explicaciones biológicas y médicas
Mientras que las conceptualizaciones más antiguas de la depresión enfatizaban el papel de las experiencias tempranas, los enfoques más recientes enfatizan cada vez más el modelo biopsicosocial que analiza los factores biológicos, psicológicos y sociales que juegan un papel en la depresión.
Durante la década de 1970, surgió el modelo médico de los trastornos mentales, que sugería que todos los trastornos mentales estaban causados principalmente por factores fisiológicos. El modelo médico considera las afecciones mentales de la misma manera que otras enfermedades físicas, lo que significa que dichas afecciones también pueden tratarse con medicamentos.
Las explicaciones biológicas de la depresión se centran en factores como la genética, la química cerebral , las hormonas y la anatomía cerebral. Esta perspectiva desempeñó un papel importante en el desarrollo y el aumento del uso de antidepresivos en el tratamiento de la depresión.
Los tratamientos de los siglos XIX y XX
A finales del siglo XIX y principios del XX, los tratamientos para la depresión grave generalmente no eran suficientes para ayudar a los pacientes.
Desesperados por encontrar alivio, muchos recurrieron a las lobotomías, que son cirugías para destruir el lóbulo prefrontal del cerebro. Aunque se dice que tienen un efecto “calmante”, las lobotomías a menudo causan cambios de personalidad, pérdida de la capacidad de tomar decisiones, falta de criterio y, a veces, incluso la muerte.
La terapia electroconvulsiva (TEC), que consiste en aplicar una descarga eléctrica en el cuero cabelludo para inducir una convulsión, también se utilizaba a veces en pacientes con depresión.
En los años 50 y 60, los médicos dividían la depresión en subtipos: ” endógena ” y “neurótica” o “reactiva”. Se pensaba que la depresión endógena era resultado de la genética o algún otro defecto físico, mientras que la depresión neurótica o reactiva era resultado de problemas externos, como la muerte o la pérdida del trabajo.
La década de 1950 fue una década importante en el tratamiento de la depresión gracias a que los médicos notaron que un medicamento contra la tuberculosis llamado isoniazida parecía ser útil para tratar la depresión en algunas personas. Mientras que anteriormente el tratamiento de la depresión se había centrado únicamente en la psicoterapia, ahora se empezaron a desarrollar y añadir terapias farmacológicas a la mezcla.
Además, surgieron nuevas escuelas de pensamiento, como la teoría cognitivo-conductual y la teoría de sistemas familiares, como alternativas a la teoría psicodinámica en el tratamiento de la depresión.
Uno de los primeros medicamentos que surgieron para el tratamiento de la depresión fue el conocido como Tofranil (imipramina), al que luego le siguieron otros medicamentos clasificados como antidepresivos tricíclicos (ATC). Estos medicamentos proporcionaban alivio a muchas personas con depresión, pero a menudo venían acompañados de efectos secundarios graves, como aumento de peso, cansancio y posibilidad de sobredosis.
Posteriormente surgieron otros antidepresivos, entre ellos Prozac (fluoxetina) en 1987, Zoloft (sertralina) en 1991 y Paxil (paroxetina) en 1992. Estos medicamentos, conocidos como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) , apuntan a los niveles de serotonina en el cerebro y generalmente tienen menos efectos secundarios que sus predecesores.
Los medicamentos antidepresivos más nuevos que han surgido en las últimas décadas incluyen antidepresivos atípicos como Wellbutrin (bupropión), Trintellix (vortioxetina) e inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN) .
Nuestra comprensión de la depresión hoy en día
El término trastorno depresivo mayor (TDM) fue introducido por primera vez por médicos en los Estados Unidos durante la década de 1970. La afección pasó a formar parte oficialmente del DSM-III en 1980. La edición actual del manual de diagnóstico es el DSM-5 y es una de las principales herramientas utilizadas en el diagnóstico de los trastornos depresivos.
Aunque hoy en día se comprende mucho mejor esta enfermedad que en el pasado, los investigadores siguen trabajando para conocer más sobre las causas de la depresión. En la actualidad, los médicos creen que la depresión surge de una combinación de múltiples causas, entre ellas factores biológicos, psicológicos y sociales.
Las concepciones modernas de la depresión incorporan una comprensión de los numerosos síntomas de esta afección, así como del efecto a menudo cíclico que pueden tener los síntomas. Por ejemplo, la depresión puede provocar alteraciones del sueño, el apetito y los niveles de actividad; a su vez, la falta de sueño, la mala alimentación y el ejercicio pueden exacerbar los síntomas de la depresión.
Además de tener en cuenta los factores psicológicos que contribuyen a la depresión, los médicos también son conscientes de que ciertas afecciones médicas, como el hipotiroidismo, pueden provocar síntomas depresivos. El diagnóstico de la depresión incluye descartar otras afecciones médicas y otras posibles causas, como el consumo de alcohol o de sustancias.
Gracias a la mejor comprensión de las causas de la depresión, han surgido tratamientos eficaces. La psicoterapia y los medicamentos que actúan sobre moléculas llamadas neurotransmisores son generalmente los tratamientos preferidos, aunque la terapia electroconvulsiva puede utilizarse en ciertos casos, como en la depresión resistente al tratamiento o en casos graves en los que se requiere un alivio inmediato.
En los últimos años también se han desarrollado otras terapias más nuevas, incluida la estimulación magnética transcraneal y la estimulación del nervio vago, en un intento de ayudar a aquellos que no han respondido a la terapia y los medicamentos.
Lamentablemente, las causas de la depresión son más complejas de lo que entendemos hasta ahora y no existe un único tratamiento que ofrezca resultados satisfactorios para todos. Como la depresión es una enfermedad tan compleja, los profesionales de la salud mental suelen recomendar un enfoque de tratamiento que incluye medicamentos, psicoterapias y modificaciones del estilo de vida.